Como especie, nuestro "propósito" en el universo siempre se ha presentado a través de una introspección ardua: nuestras vidas son fugaces, nuestra huella pequeña y nuestra influencia aún menos relevante. A medida que hemos llegado a comprender la banalidad subjetiva de nuestra existencia, las mentes más grandes de la tierra han meditado nuestra capacidad para navegar por el cosmos; una base que ha sido bellamente sensacionalista en Ad Astra , la película espacial más reciente de James Gray.
El Astronauta Roy McBride (interpretado por Brad Pitt), que tendrá lugar en el futuro no tan lejano de la humanidad, se dirige hacia los confines más lejanos de nuestro sistema solar para descubrir el misterio que rodea a su padre desaparecido, Clifford McBride (Tommy Lee Jones). En el transcurso de su viaje teatral, Roy lucha con varios demonios, cada uno con su propia base en su pasado, la incapacidad de estar a la altura de sus propias ambiciones y el vacío omnipresente dejado por la partida de su padre a una edad temprana. Después de darse cuenta de que la desaparición de su objetivo señala un problema mucho mayor, McBride comienza a desentrañar una serie de misterios que rodean la existencia humana, así como el lugar de la humanidad en el vasto universo.
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